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El trastorno por déficit de atención con hiperactividad se identificó ya en 1775, pero el concepto ha calado en la conciencia pública hace relativamente poco. Echemos un vistazo a algunos conceptos erróneos comunes y conozcamos mejor este diagnóstico –a menudo malinterpretado– en lo que respecta a la suscripción.
La mayoría de las personas están familiarizadas con el término TDAH. Es el acrónimo de un diagnóstico mental y conductual conocido como «trastorno por déficit de atención con/hiperactividad». Su nombre es engañoso porque, aunque apunta a un déficit, ahora sabemos que no se trata de un déficit propiamente dicho, sino más bien de un problema de regulación.
En términos sencillos, no es que las personas con TDAH tengan muy poca capacidad de atención: su problema es precisamente que tienen mucha atención pero no pueden priorizar y filtrar los estímulos que reciben. El Dr. Ned Hallowell, psiquiatra y escritor, compara el cerebro del TDAH con un coche deportivo con frenos de bicicleta:1 hay mucha potencia, pero es difícil bajar esas revoluciones o dirigir esa energía con eficiencia.
Los pacientes que sufren menos síntomas hipercinéticos (hiperactividad motora) han modificado esta metáfora. Para ellos «es como conducir un coche lento en una tormenta de nieve, por carreteras resbaladizas y con poca visibilidad. El depósito de gasolina está casi vacío y el salpicadero no para de parpadear y pitar. Sumemos a eso un par de niños alborotados en el asiento trasero y un cónyuge enojado en el asiento del acompañante».2
Sencillamente se están haciendo demasiadas cosas a la vez y la tarea real –llegar con seguridad al destino– difícilmente es posible sin cometer errores y agotarse por completo.
Los síntomas del TDAH se pueden dividir en tres áreas principales: 1) hiperactividad; 2) problemas de atención; 3) impulsividad.
Niños |
Adultos |
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Hiperactividad |
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Desatención |
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Impulsividad |
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En un estudio con más de 550 sujetos diagnosticados en la infancia y seguidos durante un período de hasta 16 años, se detectó que el TDAH era fluctuante y recurrente en muchos adolescentes y adultos jóvenes.3 Aunque alrededor del 30 % de los participantes del estudio registraron una remisión completa de los síntomas del TDAH durante el estudio, el 60 % de estos sujetos volvieron a presentar síntomas clínicamente significativos en un momento posterior.
Sólo el 9 % de los participantes registraron una remisión real de los síntomas a largo plazo y alrededor del 10 % una sintomatología estable. Una gran proporción experimentó síntomas fluctuantes (casi el 64 %).
Dado que los sujetos de este estudio tenían una edad media de 25 años al final de la recopilación de datos, no está claro si las conclusiones pueden extenderse a cohortes de más edad. Sin embargo, se sabe por la práctica clínica que muchos pacientes no disfrutan de una vida cotidiana sin síntomas.
A pesar de la inclusión del TDAH en adultos en los manuales de diagnóstico CIE y DSM y de los resultados de estudios que incluyen el TDAH en adultos, en la sociedad persiste la idea de que sólo afecta a los niños y que no se produce en adultos.
La mayoría de los niños que reciben un diagnóstico precoz se remiten a un especialista después de que algún profesor se lo aconseje a los padres. Interrumpen las clases y experimentan problemas interpersonales con otros niños. Sin embargo, los niños con TDAH que no tienen una hiperactividad motora clara son a menudo bastante tranquilos, y por lo tanto tienen menos probabilidades de ser remitidos a un psiquiatra infantil para el diagnóstico.
Estos «soñadores diurnos» también experimentan problemas importantes, pero rara vez se sospecha que el TDAH es el factor subyacente de su comportamiento olvidadizo e introvertido. Las mujeres y las niñas, con mayor frecuencia que los niños, experimentan hiperactividad mental en lugar de motora y, por lo tanto, se les diagnostica mucho más tarde.
Sin embargo, cuando estas pacientes tienen que planificar una rutina diaria habitual por sí mismas, por ejemplo cuando entran en la universidad, rápidamente se pone de manifiesto lo difícil que les resulta automotivarse, planificar y organizarse. Si los padres no notaron en su día ningún síntoma durante la primera infancia, el diagnóstico era casi imposible hasta ahora.
Muchas mujeres a las que no se les diagnostica hasta la edad adulta han sido diagnosticadas previamente de depresión o ansiedad, que resulta ser un efecto secundario o una secuela del TDAH no tratado. Si se instaura un tratamiento eficaz para el TDAH, por lo general sus síntomas mejoran significativamente o se vuelven subclínicos.
¿Cómo deben tratar las aseguradoras a los solicitantes que declaran un diagnóstico de TDAH? En primer lugar, depende del producto que se suscriba. En el caso del seguro de vida, es importante confirmar si la persona está recibiendo tratamiento. De no ser así, el director médico debe analizar las circunstancias individuales del caso. Para los solicitantes que reciben tratamiento (por ejemplo Ritalin), el exceso de mortalidad solo por TDAH es mínimo y, por lo tanto, no necesariamente se debe aplicar una sobreprima.
En la invalidez profesional intervienen varios factores. En primer lugar, es importante determinar si el solicitante es un adulto o un niño o adolescente. En el caso de niños y adolescentes sin comorbilidades psicológicas, se aconseja posponerlo hasta que se incorporen a la vida laboral. Para los solicitantes adultos, preguntamos por la edad del diagnóstico. Los solicitantes diagnosticados en la edad adulta suelen tener un riesgo ligeramente menor de incapacidad laboral.
En este sentido también nos fijamos en el régimen de tratamiento. En el caso de los adultos, sabemos que la combinación de medidas farmacológicas y tratamiento psicoterapéutico tiene una significativa influencia positiva en el riesgo.
Por último, consideramos los factores que pueden influir positiva o negativamente en el riesgo, como el nivel de estudios (por ejemplo, un título de enseñanza secundaria), las comorbilidades psiquiátricas y los problemas de adicción. Como ya se ha mencionado, algunas comorbilidades pueden haberse diagnosticado antes de que se descubriera el TDAH. Por lo tanto, en el caso de los trastornos depresivos y de ansiedad, es importante determinar si aún están en tratamiento o si eran secuelas de un TDAH no diagnosticado/tratado.
En resumen, el TDAH influirá en la vida diaria de los solicitantes adultos incluso si la afección se diagnosticó en una fase temprana de su vida. Al suscribir estos casos deben tenerse en cuenta factores como el tratamiento médico y las comorbilidades mentales.
