Me compré una nueva bicicleta de montaña este verano. En realidad, ya tenía en el garaje dos bicicletas en perfecto estado, pero no hay nada como un nuevo juguete para motivarse. Hoy en día, recorrer los caminos implica monitorizar mis datos. Estoy interesado en evaluarme usando PAI (inteligencia de actividad personalizada), un marcador de la salud que mide la aptitud física cardiorrespiratoria (CRF).
La PAI deriva la frecuencia cardíaca a partir de wearables, como Fitbit y Apple Watch. Emplea esa información junto con datos personales introducidos por mí mismo para guiarme hacia la cantidad de ejercicio más beneficiosa para mi cuerpo. Usando todos esos datos, el esfuerzo semanal que dedico a la actividad física se traduce a una única puntuación PAI. Mantener una PAI de 100 reduce mi riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y de una muerte prematura. Es normal que quiera vivir más tiempo, sobre todo ahora que me he gastado 2500 euros en esta bicicleta nueva…
La PAI tiene en cuenta mi frecuencia cardíaca máxima y en reposo a lo largo de un período de pedaleo de siete días, ajustado para que la intensidad del ejercicio refleje mi VO2 máx., una medida de la CRF. El ciclismo debería incrementar mi frecuencia cardíaca por encima de un umbral de manera que entre en la zona de entrenamiento de CRF, lo que a su vez genera puntos de PAI. Mantener continuamente una PAI de 100 se traduce en beneficios para la salud.
La PAI necesita varias semanas de datos de actividad para ajustarse correctamente a mi VO2 máx., pero mis primeras cinco rutas ofrecen una indicación de lo que se puede esperar (véase la figura siguiente). La PAI usa los datos de la primera ruta para empezar a calibrar el algoritmo y amoldarlo a mí: la puntuación es irrelevante. Mi segunda ruta concluye abruptamente con un pinchazo y una caída, pero allá por la ruta número 4 reconduzco la situación y en la ruta 5 ya vuelvo a cifras positivas.
Mi frecuencia cardíaca media bajó durante las primeras cuatro rutas, lo que sugiere que mi reserva de forma física no estaba mal y que he incorporado rápidamente algo de salud cardíaca a la ecuación. Aunque mi velocidad media fue consistente, el esfuerzo realizado medido por la frecuencia cardíaca y, en último término, los puntos cosechados, reflejan una tendencia descendente.
Está claro que una duración más larga, unida a la consecución de una frecuencia cardíaca más alta, supone una puntuación mayor. Debo mejorar mi rendimiento, ya que el algoritmo se calibra en función de mi esfuerzo cardíaco personal. Con la PAI, el ejercicio de intensidad muy baja no contribuye a incrementar los niveles de CRF, mientras que las personas que están más en forma y tienen una reserva mayor de frecuencia cardíaca deben hacer frente a un umbral más duro para acumular puntos de PAI.
Ahora el algoritmo de PAI se está ajustando a mi perfil y estoy descubriendo el esfuerzo necesario para conseguir una puntuación dentro de la zona segura. Vuelvo a salir en bicicleta para la ruta 5 y consigo 75 puntos, el máximo posible en un solo día. Esto no es ninguna sorpresa. La ruta es más larga y exigente y yo pedaleo con más fuerza porque ya me siento más en forma (véase la figura siguiente).
El algoritmo se seguirá ajustando a mi comportamiento haciendo ejercicio a lo largo de los próximos meses. Conforme se incrementa mi CRF, me iré dando cuenta de que correr en una cinta durante 30 minutos es menos divertido y me supone menos puntos. Veré cómo mi caminata rápida diaria y la media de 6000 pasos contribuyen a mi esfuerzo cardíaco, pero no lo elevan lo suficiente como para influir marcadamente sobre mi CRF. Correr y caminar servirán de complemento a mi puntuación PAI pero para alcanzar 100, es decir, suficiente para ejercer un impacto sobre mi salud a largo plazo y sacarle partido a esta bicicleta… bueno, para eso simplemente hace falta esforzarse más. Para conocer más detalles, consulte mi blog Heart Health - Why Linking It to Insurance Is a Winning Formula.