Los virus son minúsculas estructuras orgánicas capaces de invadir las células humanas y multiplicarse dentro de ellas. Las células anfitrionas quedan destruidas o, como mínimo, se ven impedidas en el desarrollo de sus funciones metabólicas normales.
Dado que el mecanismo de replicación de la mayoría de los virus es extremadamente complejo, es muy difícil combatir las enfermedades virales, y algunos de los problemas a los que se enfrentan los investigadores médicos son muy difíciles de superar. Esto se debe principalmente al hecho de que los virus son capaces de utilizar varias proteínas y enzimas de la célula anfitriona para producir proteínas específicas del virus. En consecuencia, no existen tratamientos estandarizados por defecto para las infecciones virales.
En relación con la nueva enfermedad conocida como COVID-19, los investigadores están trabajando actualmente a marchas forzadas en medidas médicas para combatir el virus SARS-CoV-2. En estos momentos, la investigación se concentra en tres campos diferentes:
- Ensayo de la eficacia de los diversos medicamentos aprobados existentes contra la COVID-19
- Desarrollo de una sustancia específica contra el SARS-CoV-2, el virus que provoca la COVID-19
- Desarrollo de una vacuna contra el SARS-CoV-2
1. Ensayo de la eficacia de medicamentos que ya están aprobados
El foco se concentra en diversos grupos de medicamentos basados en diferentes principios de tratamiento:
- Medicamentos antivirales
Se desarrollaron para interrumpir el mecanismo de replicación de ciertos virus y tratar otras enfermedades virales, como el Ébola, la hepatitis y el VIH.
Entre las sustancias activas más importantes que se están ensayando actualmente destaca remdesivir, que se aprobó originalmente para el tratamiento del Ébola, o las sustancias activas usadas en la terapia contra el VIH, como ritonavir y lopinavir. - Inmunomoduladores
Los inmunomoduladores evitan una respuesta inmune excesiva y se emplean en el tratamiento de enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple.
En particular, se están ensayando interferones, productos biológicos y un corticosteroide como la dexametasona. - Otros medicamentos para el tratamiento de enfermedades infecciosas
Estas sustancias se aprobaron originalmente para el tratamiento de infecciones parasitarias (p. ej. la malaria), enfermedades bacterianas en los pulmones o enfermedades venéreas (p. ej. infecciones de clamidia).
Por ejemplo, se están ensayando medicamentos contra la malaria como la hidroxicloroquina y la cloroquina en combinación con la azitromicina, un antibiótico que se utiliza para tratar infecciones bacterianas provocadas por la clamidia.
Todas estas sustancias ya se han usado para tratar la COVID-19 en todo el mundo y se han ensayado en estudios a pequeña escala. Sin embargo, el número de pacientes que participaron en estos estudios fue muy bajo y no se realizaron comparaciones con grupos de pacientes que recibieran un tratamiento diferente.
Para conseguir resultados más fiables en relación con la eficacia contra la COVID-19, se han diseñado estudios con grupos más numerosos de pacientes en un entorno controlado y aleatorizado. Las instituciones médicas de diversos países están comparando actualmente diferentes conceptos de tratamiento sobre diferentes grupos de sujetos de ensayo.
Más de 70 países están participando en el estudio multinacional Solidarity lanzado por la OMS. También hay otros estudios destacados sobre diferentes métodos de tratamiento de la COVID-19, como el estudio europeo Discovery, el estudio británico Recovery y el estudio estadounidense Actt. En total, actualmente hay en marcha en el mundo unos 25 ensayos clínicos.
2. Desarrollo de una sustancia específica contra el SARS-CoV-2
Actualmente, los investigadores no solo se están concentrando en ensayar la potencial eficacia contra la COVID-19 de los medicamentos antivirales ya existentes. Han empezado a examinar los mecanismos de replicación específicos del SARS-CoV-2 y están intentando identificar posibles formas de contrarrestar su difusión viral.
El SARS-CoV-2 emplea la enzima transmembrana convertidora de angiotensina 2 (ACE 2) y la proteasa transmembrana, serina 2 (TMPRSS2) de la célula anfitriona para formar una proteína específica. Esta proteína S nueva que se forma le permite al virus invadir la célula anfitriona y empezar a replicarse. Se ha dado luz verde para que los primeros estudios clínicos examinen si la inhibición de la ACE 2 y/o la TMPRSS2 puede evitar que el virus invada las células anfitrionas.
3. Desarrollo de una vacuna para el SARS-CoV-2
Desde el estallido de la pandemia se han iniciado en todo el mundo más de 120 proyectos de vacuna. Dichos intentos están recibiendo un apoyo financiero significativo por parte de la Comisión Europea, los gobiernos de diversos países y la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés). Esta iniciativa internacional ha reunido a países, fundaciones, instituciones investigadoras y compañías farmacéuticas en un esfuerzo por desarrollar vacunas para los virus que más preocupan a la opinión pública.
Las primeras vacunas ya se encuentran en la cuarta fase dentro de un proceso de desarrollo de seis fases que va desde el análisis inicial del virus hasta la distribución a gran escala de la vacuna.
Existen diferentes grupos de vacunas:
- Vacunas vivas
Se modifican virus vivos inocuos que sirven como portadores (vectores virales) para simular una infección de SARS-CoV-2 en el sistema inmunológico humano. Esto estimula la producción de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 a fin de proteger a la persona infectada frente a una infección real. - Vacunas inactivadas
Estas contienen partes (proteínas virales) del virus SARS-CoV-2 real para estimular la producción de anticuerpos por parte del sistema inmunológico. - Vacunas genéticas
Estas vacunas contienen genes modificados selectos del virus SARS-CoV-2 que hacen que el organismo humano desarrolle protección inmune mediante la creación de anticuerpos.
Tratamiento médico, vacuna... ¿cuánto pueden tardar?
A la luz de los primeros resultados obtenidos en ensayos con remdesivir, la primera empresa farmacéutica acaba de solicitar oficialmente la aprobación limitada de remdesivir en el mercado europeo para el tratamiento de la COVID-19. EE. UU. ya ha otorgado una exención para el uso limitado de remdesivir para el tratamiento en hospital de pacientes con COVID-19.
La Organización Mundial de la Salud recibió con satisfacción recientemente los resultados de un estudio británico sobre el tratamiento de pacientes de COVID-19 con dexametasona. No obstante, todavía no se han publicado informes detallados del ensayo clínico.
Otros estudios observacionales notificaron experiencias negativas en el uso de la cloroquina y la hidroxicloroquina, ya que se vincularon a un aumento en el riesgo de problemas cardíacos, incluidas arritmias cardíacas y paros cardiorrespiratorios. En vista de los datos que van surgiendo, algunos países de la UE incluso han suspendido o cancelado los ensayos clínicos que investigan la cloroquina y la hidroxicloroquina en pacientes con COVID-19, incluido el gran ensayo Solidarity multinacional de la OMS, donde la participación de pacientes en ramas de ensayo con estos medicamentos se ha suspendido. Un informe preliminar del ensayo Recovery no identificó motivos para suspender o detener el ensayo.
En resumen, aún falta por ver si la COVID-19 se puede someter a algún tratamiento en absoluto y, en ese caso, con qué tipo de medicación.
Por el momento, tampoco está claro si será posible desarrollar un medicamento antiviral nuevo para combatir específicamente la COVID-19. En el caso de que se llegara a encontrar un tratamiento que detuviera la difusión del SARS-CoV-2, aún haría falta mucho tiempo para que se pudiera usar a gran escala.
Podemos afrontar con cierto optimismo el desarrollo de una vacuna eficaz contra la COVID-19. Se están ensayando las primeras vacunas en voluntarios y podrían estar aprobadas para la producción masiva en pocos meses. No obstante, aún falta mucho para que sean posibles iniciativas de vacunación a gran escala ya que, tras el desarrollo y la aprobación de vacunas adecuadas, será necesario desarrollar una ingente capacidad de producción.